Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


72
Legislatura: 1854-1856 (Cortes Constituyentes de 1854 a 1856)
Sesión: 3 de enero de 1856
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 279, 9.561
Tema: Construcción de un edificio central para fabricación de moneda, efectos timbrados y sello

El Sr. SAGASTA: El Gobierno nos pide una autorización para plantear un edificio destinado a la acuñación de la moneda; es decir, que se os viene a pedir, Sres. Diputados, que impongáis al país un sacrificio de 4 o 5 millones de reales. Yo no me opondría a semejante petición si efectivamente fuese necesario este sacrificio; pero entiendo que no lo es, porque recordarán todos que hace muy poco tiempo que con el mismo objeto se compró una casa que había de servir para suplir a las que entonces estaban destinadas a la fabricación de la moneda. Ahora pregunto yo: esa casa que hace tan poco tiempo se compró, ¿sirve o no para el objeto? Si servía cuando se compró, es claro que ahora también debe servir, pues los adelantos que en este ramo se han hecho, aunque importantes, no son de tal magnitud que puedan ocasionar que la misma casa que servía para este objeto en 1.847 no sirva hoy: esos adelantos que son sobre detalles o pormenores en la acuñación, pero no de tal naturaleza que puedan hacer que un edificio que hace pocos años podía servir para establecer todas las dependencias de una casa de moneda, no sirvan en el día. Si pues servía entonces, claro es que sirve ahora; y demostrado esto, es indudable que no se necesita un nuevo sacrificio del país, y que entonces sería esto demostrado con solo recordar las circunstancias especialísimas que concurrieron en aquella compra.

Señores, el que entonces era Presidente del Consejo de Ministros era el dueño de aquella casa, y este mismo Presidente del Consejo, es decir, la personificación más genuina del propio Gobierno, vendió la casa al Gobierno para destinarla al objeto que el mismo Gobierno se proponía en esta materia. ¿Cómo hemos de suponer que aquella casa no servía para ese objeto, y que el Gobierno la compraba a su mismo Presidente para este objeto sabiendo que no servía? Para mí, señores, no cabe duda ninguna en que la casa que entonces se compró servía para el objeto a que se la quería destinar, y para el cual pide ahora autorización el Gobierno. ¿Y cómo había de dudar de esto? ¿Cómo hemos de suponer que el Gobierno no sabía lo que compraba, o que su Presidente no sabía lo que al Gobierno vendía?

Si por un momento pudiera dudarse de que entonces no servía esa casa para el objeto, señores, ¡qué cargo tan grave podía hacerse a cierto partido! ¡Qué vergüenza para ese partido! Era tanto como decir que se había causado un daño al país en sus intereses por los mismos que estaban encargados de guardarlos y de vigilar sobre su inversión Si se pone siquiera en duda el que aquella casa sirviese para el objeto, se diría que el Presidente de aquel Consejo había hecho en beneficio propio un daño a los intereses públicos que estaba obligado a conservar y vigilar. Por esto yo, mientras no se demuestre lo contrario, creo que entonces servía esa casa para destinarla a la acuñación de moneda, y sirve ahora y no se necesita una nueva autorización. Si no sirve y no servía entonces, llamó la atención de la Comisión encargada de exigir la responsabilidad a los Ministerios anteriores, para que partiendo de este hecho como uno de los más graves que pueden presentarse, le sirva de base para sus investigaciones, y en este supuesto me atrevería a rogar al Congreso que considerase sería muy conveniente reclamar del Gobierno el expediente de la compra de esa casa. He dicho.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL